Mauro Libi Crestani tuiteó: ¿Quién teme a las auditorías?

El economista Mauro Libi Crestani acaba de leer:

Auditar. Dícese – o eso dicen – de ese momento en que los responsables de una empresa echan a temblar. Entre otras razones, porque un auditor es una persona ajena a la empresa y a nadie la gusta tener a extraños en su casa revisando sus cuentas.

Por encargo u obligación, esa persona está ahí para examinar los estados financieros de tu contabilidad (esos mismos que, por ejemplo, se guardan en tu programa de contabilidad). Y los resultados pueden deparar muchas sorpresas. Algunas gratas. Y otras no tanto.

¿Y por qué la importancia de las auditorías?

Porque, por un lado, se descubren irregularidades que no sólo perjudican a la empresa y a su entorno más inmediato; sino también al público en general, al consumidor, al contribuyente, al ciudadano (cuando hablamos de sospechas de fraude u otras irregularidades).

Pero, por otro lado, una auditoría aporta confianza y fiabilidad y eso es importante para aquellas empresas inscritas en el Registro Mercantil, que están expuestas al público.

Auditar no sólo porque lo dice la ley

No todas las empresas están obligadas por ley a auditar sus cuentas. Pero que la ley no obligue no significa que uno deba subestimar la importancia de una auditoría que, como veremos a continuación, son muchas.

Conviene, pues, tener en cuenta que:

  • La auditoría te ayuda a determinar los riesgos que afronta tu empresa;
  • Te descubre sus fortalezas y debilidades;
  • Te previene de errores y fraudes contables;
  • Da más confianza interna (entre los empleados y directivos) y externa (clientes, entidades financieras, inversores).

Lo ideal es realizar auditorías periódicas (una vez al año) por parte de un equipo externo independiente. Esto último otorga mayor objetividad a los resultados, ya que éstos han sido extraídos por un grupo ajeno a la empresa.

En su defecto (si los recursos escasean), también puedes nombrar a un equipo interno. Puede que sus resultados no sean tan fiables y rigurosos, pero de todas formas puede arrojar mayor luz a aspectos que, de no haber realizado una auditoría, no se te habrían pasado por la cabeza.

Lamentablemente, las empresas que no están obligadas a auditar sus cuentas ven esta herramienta como un gasto innecesario. Es un error. Una auditoría hay que verla como una inversión: en transparencia, en optimización de recursos y en fiabilidad.

Para los pequeñas empresarios o dueños de startups – por si acaso todavía queda alguno que se hace el sueco – las auditorías pueden ser una herramienta importante para captar inversores y conseguir ayudas de organismos públicos o préstamos de entidades financieras.

Aquellas empresas con sus cuentas auditadas caminan un paso por delante de las empresas competidoras que no se molestan en pasar por una auditoría. Son estas últimas, retomando el título de este artículo, quienes deben temer a las auditorías. Y no tú.



vía ¿Quién teme a las auditorías?