Mauro Libi Crestani tuiteó: Crear una empresa en el innovador sector de la impresión 3D

El economista Mauro Libi Crestani acaba de leer:

Todavía queda mucho tiempo hasta que, para calzar las deportivas de moda, baste con dar al intro de tu PC y esperar unos minutos para recogerlas de la impresora. Al uso doméstico de la impresión 3D aún le queda tiempo para madurar, pero esta tecnología es ya una realidad en muchas empresas. Llevamos más de tres décadas hablando de ella, pero en los últimos años el proceso de liberación de las patentes la ha democratizado convirtiendo en realidad una revolución mil veces anunciada. Tan solo 400 euros son suficientes para comprar un equipo y empezar a estudiar todas las posibilidades que encierra: es el momento de aprender. 

La impresión 3D y la fabricación aditiva (como se conoce a los procesos más profesionalizados) son ya realidades que avalan experiencias de éxito. Desde Sevilla, la empresa Unyq agita la estética de las prótesis con la impresión de unas novedosas cubiertas que animan a sus usuarios a lucir con descaro unos diseños únicos. Esta empresa fabricaba el pasado mes de mayo su unidad 1.000, y en este año espera facturar el millón de euros.

La madrileña Recreus es otra de las protagonistas españolas de esta incipiente industria. En su caso gracias al descubrimiento de Filaflex, un filamento de impresión 3D cuyo lanzamiento tuvo repercusión global en los cenáculos del 3D al presentarse como la primera solución para imprimir productos flexibles en equipos domésticos. Este año espera superar el medio millón de euros que llegó a facturar en 2015.

Pero estos dos casos de éxito, e incluso otros muchos más, no pueden llevarnos a engaño. “Hace falta una gran labor de divulgación y aprendizaje, la gente se piensa que esto es Jauja pero aún está todo muy verde, estamos empezando”, explica Adam Jorquera cofundador de Los Hacedores, taller y escuela de fabricación digital desde 2012. En su opinión, la pasión que despiertan estas tecnologías entre los emprendedores no debe inducirles a error: “Aún hay mucho que experimentar, y hay que romperse la cabeza para innovar y crear productos competitivos que convenzan al mercado”.

Ahora es el momento

Obama, el aún presidente de Estados Unidos, ya anunció en 2013, en su discurso al país, que la impresión 3D “tiene el potencial de revolucionar la forma en que hacemos casi todo”. Su afirmación no es exagerada. Proyectos europeos como el de RepAir demuestran su aplicación en la industria aeroespacial. Un proyecto millonario que pretende implantar un gran fichero con los diseños de las piezas para reparar las aeronaves in situ. La industria de la construcción experimenta con la impresión de viviendas con filamentos a partir de residuos, la del calzado con la impresión de zapatos o plantillas personalizadas, la médica publica informaciones más propias de la ciencia ficción en las que anuncia que avanzamos hacia la impresión de órganos. Hay ejemplos para todo tipo de industrias, desde la automovilística a la de la decoración, joyería, moda e incluso en la alimentación, donde la empresa española Natural Machines lleva tiempo trabajando en una impresora para alimentos. Otras propuestas giran en torno al software donde, en alianza con las aplicaciones, hay experiencias como la de Makies, que permite a los más pequeños diseñar sus muñecas.

Los expertos advierten de que ahora es el momento de tomar posiciones. “Es cierto que la cultura de la fabricación aditiva aún no existe en una mayoría de empresas, lo que nos lleva a avanzar a pasos muy cortos”, explica Mariel Díaz, ingeniera mecánica que trabaja en Tridivite, “pero las empresas que aprendan ahora a utilizarla serán las primeras en beneficiarse de sus innegables ventajas”.

De la idea al producto

Esta empresaria, que ofrece servicios de ingeniería, formación y fabricación desde Asturias, advierte de la importancia del asesoramiento: “Las diferentes tecnologías y materiales hacen que el primer acercamiento sea complejo, por eso es necesario buscar a un experto que oriente sobre las soluciones más adecuadas”.

En opinión de Díaz, el segundo paso es cambiar de mentalidad: “Nuestro consejo es aprovechar esta tecnología para innovar en el diseño y empezar a producir sacando todo el partido que ofrece”.

Manuel Boza, cofundador y CEO Europa de la citada Unyq, es de la misma opinión: “Es el momento perfecto. En 2014 la industria sacó sus grandes novedades para abaratar y facilitar su uso, en 2015 se implantó, y ahora hay que aprender a monetizarlo. Solo hace falta convertir las ideas en producto”. Y aquí está una de las claves para un uso eficiente. El reto no está tanto en aprender a producir como en crear un producto competitivo: por su capacidad de personalización, usabilidad o diseño, lo importante es aportar valor.

Compite con marca, personaliza la marca

“Es necesario crear un universo de marca”, defiende Alberto Hernández, cofundador de Wlasses https://www.wlasses.com/, la primera empresa española que apuesta por las gafas de sol impresas 3D. “Nosotros reivindicamos una marca exclusiva para esas gente que sabe lo que quiere llevar”. En el caso de LGM Estudio, empresa que ofrece soluciones de microtransporte ecológico, esta tecnología permite alcanzar el objetivo fundacional de la empresa: “Adaptar totalmente el vehículo a la persona“. Así, en esta firma navarra, la impresión 3D permite rentabilizar series muy cortas de vehículos eléctricos para empresas o movilidad personal.

La impresión 3D está aquí, y muchos coinciden en señalar que va a transformar los procesos de fabricación desplazando el producto estandarizado. Damos los primeros pasos hacia una fabricación bajo demanda que algunos ya bautizan como cuarta revolución industrial, en la que cada cliente tendrá el producto que desee, “hoy puedo imprimir mil pares de gafas y que cada una sea diferente sin aumentar el coste de producción, tan solo parametrizando los cambios en el software”, explica Jorquera. Ahora solo queda saber cómo utilizarla en tu empresa.



vía Crear una empresa en el innovador sector de la impresión 3D