Mauro Libi Crestani tuiteó: Las startups se atreven ya con el sector editorial

El economista Mauro Libi Crestani acaba de leer:

Varios eran los motivos que según Javier Celaya, responsable de Dosdoce, tenían alejadas a las startups del mundo cultural en general y del sector editorial en particular. La primera razón eran las débiles previsiones de crecimiento, algo que afecta tanto a los emprendedores como a los inversores. Otro motivo era la cerrazón de los editores a la innovación, que ven en muchas de estas empresas una amenaza a su estabilidad y una futura competencia.

A Joaquín Rodríguez, autor de Los futuros del libro, esto le parecía una tremenda irresponsabilidad porque era volver la espalda a los nativos digitales que, desde hace unos años, son todos. No hacen falta estadísticas, baste con echar un vistazo al vagón de metro y ver lo que porta la mayoría de los ocupantes en las manos. No obstante, diremos que el peso del libro digital todavía representa un 5% en relación con el papel.

Hasta hace poco, ni statups ni editoriales parecían haber hallado soluciones que alineasen las expectativas de negocio con fomentar la lectura más allá de 140 caracteres. Para Javier Celaya ambas están condenadas a entenderse y “establecer alianzas estratégicas para poder afrontar los retos de la era digital” agregando tecnologías, contenidos y servicios.

La mayor parte de las soluciones aportadas hasta ahora giran en torno a la venta de libros, el comercio electrónico, y el marketing online para proporcionar visibilidad a los títulos. Así lo ponía de manifiesto un estudio realizado por Dosdoce entre más de 170 startups y editoriales. Según este, apenas el 4 % de las startups participantes ofrecen “soluciones tecnológicas para atender otros procesos esenciales en el sector, como la gestión de derechos de autor, la edición interna de manuscritos, etc”, circunstancia que se traduce a “un amplio abanico de oportunidades de negocio que no están siendo atendidas por la actuales iniciativas digitales”, concluía.

Tensiones en toda la cadena

Por su parte Jesús Peraíta, director de Dilve, Distribuidor de Información del Libro Español en venta, destacaba en un encuentro los distintos puntos de tensión que surgía en toda la cadena de valor. Algunos eran estos:

-Cambio en la red de valores de libro. Se produce un traslado de los actores. La cadena se descentraliza y deja de estar todo canalizado por el editor.

-Aparición de agentes desconocidos. Los comunnity manager, por ejemplo, son ahora pieza clave en algunas editoriales.

-Resurgimiento de autores desechados por los editores temerosos de una escasa rentabilidad.

-Desmaterialización del libro que puede ser completa, como en el caso del libro digital, o parcial (producción, difusión y ventas).

Nuevas propuestas

Sin embargo, hace tiempo que existen tecnologías capaces de aportar valor añadido al sector. Portadas que hablan con la voz del autor recomendándote su libro, sensores que detectan el estado de ánimo del lector, las partes más interesantes o subrayadas de un libro, la granularidad o posibilidad de pagar sólo por la parte del libro que te interesa, son realidad ya realidad en EE.UU.

También en España han surgido propuestas nuevas que tratan la revitalización. Un ejemplo es el de la startup Entreescritores , que formará parte, junto a otras 18 startups europeas, del Content Shift 2016, un programa de aceleración empresarial desarrollado por los principales grupos y figuras del sector empresarial alemán. Con este se pretende establecer sinergias profesionales entre las startups y compañías consolidadas del sector editorial, para que ambas partes dejen de ignorarse y confluyan en la búsqueda de soluciones. Entreescritores es una plataforma de autopublicación para promocionar y difundir textos inéditos y conseguir así lectores y editoriales interesados en publicarlos. Los escritores pueden publicar, difundir y promover su libro a través de los distintos canales y redes de la plataforma.

Para la compra-venta de derechos de autor

Otra solución la representa The Spanish Bookstage que aspira a convertirse en la plataforma de referencia en la compra-venta de derechos de autor de libros en lengua española. Fundada por Martina Torrades y Anna Ascolies, la empresa tiene como objetivo proporcionar apoyo para el comercio de derechos de libros.

Tekstum, también española, consiste en un proyecto que se apoya en Big Data para analizar reseñas de libros basándose en un complejo algoritmo y que tiene en cuenta las emociones descritas en tales reseñas, entre otros indicadores. 

Está, por otro lado, Emprendelibro, una iniciativa de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez y Factoría Cultural consistente en un programa orientado a iniciativas editoriales digitales emergentes en español a través del cual pretenden identificar, consolidar e internacionalizar proyectos innovadores en el ámbito de la edición digital.

Consecuencias

Nadie dice que la digitalización del sector vaya a terminar con sus problemas consustanciales. No porque se publiquen más libros, va a aumentar la calidad literaria, por mucho que se tire de algoritmo, ni se vayan a animar por ello ese 35% de españoles que dice no abrir un libro en todo el año.

Puede ser que tampoco los autores tengan mucho que festejar ante los cambios pero, como dice Javier Celaya, tampoco el analógico es un mundo de ensueño. “Los libros apenas aguantan 2 o 3 semanas en las estanterías y es ínfimo el porcentaje de escritores que viven de los derechos de autor”. En contraposición, el entorno digital puede favorecer la autonomía y la autoedición y, en segundo lugar, ganas visibilidad, aunque sea a costa de un frenético trabajo en los motores de búsqueda, una vez solucionados problemas como el plagio y las descargas ilegales.  

Pero aún hay más patas. Están las librerías, de las que se informó del cierre de 912 en 2014; está la imprenta y los distribuidores, con una tendencia a hacer cada vez tiradas más cortas y pedidos reducidos pese a la escasa capacidad para atender el menudeo, y están los editores, que empiezan ya a hablar de rentabilizar el metadato. “En internet no se venden libros, se venden metadatos, que son ahora un activo tan importante como el papel. La editorial es la dueña de ellos y debe ser la responsable de producirlos, gestionarlos y distribuirlos”, advertía Peraíta.

En cualquier caso algo habrá que hacer para que el libro siga ocupando un papel preeminente en el ocio si no quieren acabar sustentados, sólo, por los obligatorios libros de texto.



vía Las startups se atreven ya con el sector editorial