Mauro Libi Crestani tuiteó: Personalizar productos: ideas para triunfar en un mercado en auge

El economista Mauro Libi Crestani acaba de leer:

A la mayoría de la gente le gusta diferenciarse, no vestir igual que los demás, comprar artículos con personalidad, no consumir productos ideados de manera global... Unas premisas que están valorando muchos emprendedores para dotar de creatividad a sus negocios. De ahí que su apuesta se base en los diseños propios, alejados de la producción en serie y los estilos estándares, y aportando ideas nuevas que tienen en cuenta al cliente en la elaboración.
 El aspecto distintivo de sus negocios es, precisamente, ése, que son distintos. No venden artículos en masa, ni disponen de grandes stocks,ya que buscan otorgar a cada producto de un halo único, diseñado de acuerdo a parámetros propios y que permitan establecer una conexión directa con el comprador, sabedor de que adquiere algo exclusivo, no tanto por su precio, sino por su estilo. “Hoy en día resulta difícil conocer el origen y la historia de muchos de los productos que compramos y consumimos; muchas veces, incluso desconocemos la composición de sus materiales. Por ello, cada vez valoramos más la confianza que genera saber quién está detrás de las marcas que consumimos, y el trabajo y esfuerzo que han requerido para su elaboración”, sostienen Laura Pol y Alejandra Corsini, cofundadoras de B4Living.

“Cada vez más gente está cansada de productos masivos y de mala calidad. Apostar por el diseño original y de producción local se convierte casi en una declaración de intenciones”, aduceAntonio Lucena,cofundador de Lavetta Eyewear. Este emprendedor llama la atención sobre el concepto deslow fashiono moda sostenible para explicar el cada vez mayor tirón de los negocios de diseño propio, ya que “muchas personas tienen la necesidad de diferenciarse del resto y de apostar por la calidad y el trabajo artesanal”.

Impacto de la moda sostenible

Incluso, de cara al futuro, señala Pedro Palominos, ingeniero y director del Smart City Lab de la Universidad de Santiago de Chile, “la capacidad para suministrar al mercado masivo productos que son manufacturados según requerimientos individuales del consumidor, a precios y tiempos de espera razonables, está permitiendo el nacimiento de una nueva estrategia genérica: la personalización en masa”.

Aunque su peso dentro del mercado sigue siendo escaso, dado lo complicado de luchar contra las grandes superficies y los modelos estándares de los pequeños comercios, los negocios basados en el diseño propio empiezan a tener repercusión. Ya no sólo por las ganas de diferenciarse de muchos consumidores, sino porque llevan aparejado una filosofía, un modo de trabajar y de ver el mundo con los que muchas personas sienten empatía.

No se trata únicamente de adquirir un producto bueno, bonito y barato, sino algo con lo que identificarnos y que represente nuestra personalidad: “Hay mucha gente que está cansada de productos en serie y cada vez son más los que demandan exclusividad”, refieren Gema Corrales y Montse González, fundadoras de Booka Shop, que además inciden en otro aspecto que se tiende a valorar de estos productos: “Aportan mayor calidad”.

Calidad y originalidad

Efectivamente, los emprendedores de este ramo basan, generalmente, su filosofía de trabajo en una confección minuciosa, una dedicación que requiere una elaboración más cuidada y una mejor materia prima, de modo que calidad y originalidad van de la mano. “La gente lo ve como un producto único, porque al ser elaborado de una manera artesanal nunca hay dos piezas iguales”, alude Julián Mora, fundador de Okappi.

Este modo de trabajar, que tiene en cuenta la inventiva, la selección dedicada de materiales y la elaboración detallista de los artículos, ha sido durante años exclusivo de la moda y la artesanía, sectores en los que la labor creativa es fundamental. Sin embargo, en los últimos tiempos esta filosofía se ha expandido, hasta el punto de que se está aplicando a negocios de lo más variopintos, en los que la diversificación de la oferta es esencial. De ahí que todo aquel que en la actualidad quiera productos exclusivos de lo que sea, lo puede conseguir, ya que emprendedores de muy diversos ramos están viendo oportunidades con los diseños únicos (en juguetes, muebles, aparatos tecnológicos, cuentos...).

Todo ello favorecido, claro está, por la generalización de canales de comercialización, que resultan vitales para la viabilidad de estos negocios. No obstante, limitarse al público exclusivo del lugar donde tienes tu empresa, no sólo es restrictivo para cualquier negocio, sino que, en este caso, puede abocar al cierre, ya que en la mayoría de consumidores el precio es primordial a la hora de comprar y muchos de estos artículos, por la propia elaboración artesanal que conllevan, tienen precios elevados.

A tu medida

Internet, las redes sociales y las tecnologías móviles les permite hacer llegar los modelos de diseño propio a ese público concreto, amante de la exclusividad, con un estilo de vida sostenible y respetuoso con el trabajo local que, en ocasiones, se encuentra disperso por distintos territorios. También es una manera de multiplicar las opciones de venta, acotar mejor el target de la empresa y mantener la filosofía de cercanía propia de estos negocios. “Hoy en día es necesario poder tener ese contacto directo con los clientes potenciales a diario”, afirma el fundador de Okappi.

De hecho, la mayoría de emprendedores que apuesta por este tipo de negocio tienen al cliente no sólo como un mero destinatario de sus productos sino, más bien, como un activo de su empresa, un agente dinamizador que aporta ideas y, en parte,crealos productos. Un concepto que permite obtener artículos personalizados, perfectamente adaptados a las necesidades y gustos de cada consumidor, que se siente parte del proceso de creación. Y una interacción contra la que ningún producto realizado en serie puede competir.

Los negocios de diseño propio llevan aparejados varias ventajas que, ya de por sí, resultan atractivas a la venta, como la personalización y la originalidad, sin duda, una forma de diferenciarse y de conseguir productos adaptados a cada cliente.

Diseños únicos. “En la sociedad en la que vivimos y, sobre todo, la generación de los millennials, intentan diferenciarse del resto dependiendo de los productos que adquieren”, incide Julián Mora. Ese deseo de significarse juega a favor de estos negocios en los que priman los diseños, si no totalmente únicos, sí originales y alejados de los estándares.

Estilos personalizados. La gente ya no sólo busca diseños únicos y diferenciados de la mayoría. Además, está interesada en que el producto se adapte lo más posible a su forma de ser o de ver el mundo. Quieren productos diseñados y fabricados a medida, que reflejen cómo son y lo que quieren expresar. Esta identificación y personalización se puede obtener en negocios que hagan sus propios modelos y que tengan en cuenta al consumidor a la hora de diseñar.

Filosofía propia. “Apostar por el diseño original y de producción local se convierte casi en una declaración de intenciones”, reseña Antonio Lucena, de Lavetta Eyewear. Y es cierto que existe un tipo de cliente que ha decidido huir de las grandes masificaciones por una filosofía de vida propia, alejada de las vertientes establecidas y que valora el trabajo artesanal y dedicado, que tiene en cuenta no sólo el precio de los productos, sino también otros factores, como la calidad de sus materiales, la sostenibilidad de su elaboración o el impacto local de su producción.

Nicho renacido. Superado lo peor de la crisis, este tipo de negocios está viviendo un renacer, pues los consumidores ya no sólo compran lo más económico, sino que otra vez pesa en sus decisiones aspectos como las calidades de los materiales o lo atractivo de los diseños. Se trata, además, de un nicho de mercado novedoso y todavía poco saturado, ya que requiere de grandes dosis de creatividad que no todos los emprendedores poseen.

Para todos los públicos. ¿A quién no le gusta llevar una prenda atractiva, de buena calidad y distinta a las de los demás? A todos, claro. De ahí que este tipo de negocios esté abierto a personas de lo más heterogéneas: jóvenes deseosos de marcar tendencia, padres que buscan artículos originales para sus hijos, mayores a las que no les gusta las aglomeraciones de los grandes comercios, personas a los que les gustan los estilos alternativos...

Lucha contra
 la masificación


La distinción de los artículos de diseño propio respecto a los fabricados en masa esa la vez su seña de identidad y su principal handicap. No obstante, los productos en serie se benefician de unos costes más asequibles, unos diseños socialmente aceptados y unos proveedores de confianza.


Acertar con los diseños. Las grandes empresas cuentan con numerosos profesionales dedicados exclusivamente a la elección de diseños o contratan a expertos en la materia. Los emprendedores tienen que encargarse ellos mismos de esta función (de ésta y de prácticamente todas), lo que exige un trabajo de documentación e investigación exhaustivo para dar con patrones atractivos para el público. En su caso, además, tienen que apostar por un pequeño número, ya que no pueden arriesgarse a elaborar muchos modelos y que no tengan la acogida suficiente para resultar rentables.

Búsqueda de proveedores. Uno de los principales obstáculos está en encontrar a los proveedores adecuados para garantizar la calidad de la materia prima y la autenticidad inherente en este tipo de negocios. Además, al tratarse de pedidos de un volumen relativamente reducir o, muchos proveedores rechazan los encargos o los proporcionan a precios elevados, lo que repercute sobre el coste final del producto.

La fortaleza de los productos en serie. Aunque muchos consumidores buscan la distinción, lo cierto es que no siempre es fácil pugnar con las grandes cadenas que ofrecen productos en serie, con diseños modernos y atractivos, publicitados hasta la saciedad y a un precio económico. “Resulta muy complejo competir contra los diseños masificados, especialmente en lo que al precio del producto final se refiere”, señalan Laura Pol y Alejandra Corsini, de B4Living.

Indefensión del pequeño empresario. “Haría falta un cambio en la legislación que establezca dos varas de medir para la producción industrial y artesanal, como ya está empezando a suceder en el sector primario entre las granjas pequeñas y la gran industria alimentaria”, sostiene Víctor Barahona, de Egokitek. No obstante, la normativa es igual tanto para las grandes industrias como para los pequeños empresarios, que se ven impedidos a desarrollar nuevos proyectos al no poder cumplir con unos requisitos económicos y productivos tan exigentes.

Precios elevados

Es inevitable: la mayoría de productos de diseño propio requieren una elaboración prácticamente artesanal, tanto en la obtención de la materia prima, como en la fabricación manual y la elaboración del diseño, lo que repercute en el precio del producto. Aunque la calidad sea mayor y el estilo diferente, “todavía es difícil competir en precio dada la situación económica de España, ya que la gente todavía no se ha recuperado”, manifiestan Gema Corrales y Montse González, de Booka Shop. 



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