Mauro Libi Crestani tuiteó: ¿Son útiles las broncas en la empresa?

El economista Mauro Libi Crestani acaba de leer:

“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”.

La cita es de Aristóteles y quiere subrayar la idea de que las broncas, en el entorno laboral, deben ser una herramienta de motivación de los recursos humanos para solventar errores o situaciones conflictivas. Pero una herramienta extremadamente sensible, que puede dar lugar a secuelas poco deseables si no se emplea debidamente.

Demasiado habituales

Las broncas –definidas técnicamente como ‘súbitos disparos de ira’ o como reprensiones ásperas–, son una realidad habitual en las empresas. En el trabajo se dan muchas situaciones que suelen desembocar en bronca. Estas pueden ser infinitas, aunque quizá las más habituales vienen provocadas por malentendidos, falta de aclaración de los comportamientos deseados, falta de comunicación, rivalidad, situaciones emocionales deterioradas: entornos de gran agresividad, rencores, ...

Siempre que se pueda, es aconsejable buscar una solución a las situaciones conflictivas con otras fórmulas más diplomáticas y civilizadas. Sin embargo, ocurre que, a veces, agotadas estas soluciones, no queda más que recurrir a la bronca para reconducir determinadas actitudes que pueden ser perjudiciales para la organización.

Broncas premeditadas

Echar la bronca a alguien puede ser, en determinadas situaciones, una herramienta eficaz y estimulante si se realiza en un tono constructivo, que haga reaccionar a la otra persona. Pero conviene calcular muy bien el fondo y la forma para evitar el efecto contrario.

Los expertos consultados son partidarios de realizar reprimendas premeditadas que tengan un valor táctico para cumplir determinados objetivos. Para ello es conveniente seguir los siguientes consejos:

1. Conviene no abusar
. Hay que tener en cuenta que las reprimendas son instrumentos que deben utilizarse con ponderación. Si los motivos que lo han originado persisten y no se corrigen, posiblemente nos encontremos ante una situación de raíces más profundas: desmotivación crónica y generalizada, ausencia de liderazgo, etcétera. En este caso la crisis no se corrige simplemente con elevar el tono de voz.

2. No a todas las personas. No con todos los tipos de empleados tienen efecto las broncas. En los casos de personas sensibles o depresivas, hay que buscar otras fórmulas de motivación, ya que una reprensión puede hundirle más debido a su poca capacidad para encajarla.

3. En privado. 
Las reprimendas dirigidas a una persona deben realizarse a solas. Si se realizan en presencia de otros empleados, obtendremos un efecto contrproducente, ya que puede sentirse herido en su orgullo.

4. Lo antes posible. 
La reprimenda deber realizarse lo antes posible desde el momento en que se produce el hecho que lo motiva. De esta manera, las personas implicadas son más conscientes de las causas exactas por las que se produce la bronca, y pueden defender mucho mejor los argumentos de defensa de sus posturas.

5. Atacar el problema, no a la persona. Este es un aspecto fundamental si se quiere mantener un cambio de opiniones constructivo. Para conducir bien la situación, hay que saber diferenciar entre el problema y la persona, y analizar los condicionantes que provocaron la situación desde una perspectiva lo más objetiva posible.

6. Ser preciso y rápido. 
Es la mejor manera para que la bronca haga el menor daño posible. Hay que ser sincero y directo. Si nos decidimos por la reprimenda, es preciso hacerlo en un lenguaje que manifieste de forma evidente el enojo. No obstante, debemos escoger cuidadosamente las palabras adecuadas, evitando crear un efecto mayor del pretendido. Por otra parte, durante la conversación se deben mencionar también aspectos positivos de la persona.

7. Explicar las consecuencias. La bronca será mucho más constructiva cuando se le hace comprender al subordinado las consecuencias negativas que ha tenido para la organización su actuación. Sin embargo, esto hay que hacerlo con mucha delicadeza y moderación, sin provocar un sentimiento de culpabilidad en él, sino intentando hacerle consciente de las consecuencias que ha originado.

8. Buscar soluciones
. Una vez expuestas las causas del enfado, y siempre que el receptor de la bronca reconozca los hechos, es el momento de traspasarle parte de la responsabilidad y animarle, sinceramente, a solucionar el problema. Reafirmar la confianza en esta persona es esencial para que se sienta respaldada y capaz de superar las dificultades.

9. No recordar problemas surgidos en el pasado. Para justificar la pertinencia de una bronca hay que centrarse en hechos recientes y nunca en ventilar asuntos que hayan podido producirse en el pasado. Quien utiliza el argumento de errores y fallos cometidos en el pasado para reforzar una reprimenda en la actualidad normalmente conseguirá el efecto contrario. El empleado, lejos de motivarse, percibirá que, al menor descuido, el jefe le echará en cara algo que ya ha quedado en el olvido y que ya se ha corregido.

10. Cuidar la relación
. Antes de finalizar la reunión, y en días sucesivos, conviene demostrar que no hay ningún prejuicio contra esta persona, sino todo lo contrario. El objetivo de la reunión es que entienda que puede y debe mejorar, y que para ello contará con el apoyo de todos.

11. Zanjar la crisis
. Si, tras la reunión, y después de haber zanjado el asunto, seguimos insistiendo en el mismo hecho, la otra persona pensará que se trata de un ataque personal y que el objetivo no es solucionar el problema, sino ahondar en el conflicto.

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La puesta en escena

Nos jugamos mucho en una bronca y tenemos que cuidar todos los aspectos. Al margen del contenido verbal de la reprimenda, ésta tiene que ir acompañada de una conveniente ambientación y una actitud corporal y comunicacional que aumente el efecto de la bronca. Algunas técnicas que pueden contribuir a lograr este objetivo son:

Preparar el terreno

Conviene ir allanando el terreno, anunciando al empleado que se va a tratar un tema serio. Algo tan sencillo
 como: “Tenemos un problema y tengo que hablarte de ello. ¿Cuándo podemos reunirnos a solas?”, servirá para prevenirle de que se va a tratar algo serio.

Despacho cerrado y mesa redonda

Debe ser una reunión con el despacho cerrado, para evitar que trascienda cualquier episodio de tensión que se pudiera producir en su interior. Preferentemente la conversación debe transcurrir en una mesa redonda, dando a entender que ambos están en el mismo bando. Nunca colocarse uno enfrente de otro.

Autoridad sin exaltación

Es importante elevar ‘correctamente’ la voz, y mostrar seriedad y seguridad en lo que decimos. Hay que evitar los gestos de exaltación o coléricos, tales como gritar, dar un golpe en la mesa, etcétera.

Silencios muy elocuentes

Una técnica de gran efectividad para expresar nuestro malestar consiste en, tras comunicar al empleado aquello que ha hecho mal, guardar unos segundos de incómodo silencio. De esta forma, se amplifica mucho más aún los efectos de la reprensión.

Despedida afectiva

Tan importante como la bronca en sí es la manera en cómo se da por concluida. Debe darse siempre la mano al empleado, y una palmada en la espalda, para darle a entender el buen concepto que se tiene de él.

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