Mauro Libi Crestani: ¿Por qué despides a tu trabajador más brillante?

La recomendación general es rodearse de los mejores en el área que sea. La mayoría lo hacen y potencian el desarrollo personal y profesional de sus colaboradores. Rodearse de personas inteligentes y que saben más que tú de un determinado trabajo siempre enriquece a quienes le acompañan y, por ende, al resto de la organización. Existen, sin embargo, algunos directivos y mandos intermedios, que haciendo dejación de su responsabilidad, optan por empleados mediocres, bien porque sean más económicos, bien por intolerancia a la diversidad, bien por detectar en ellos exceso de ambición e inteligencia. El miedo suele ser la causa que está detrás de esta última decisión.

El Síndrome de Procusto pertenece a la mitología griega y narra la historia de un posadero que ofrecía a los viajeros una cama que, en su tozudez, debía adaptarse a cualquier medida. De este modo, si el viajante superaba el tamaño de la cama, la solución era cortarle la cabeza o los pies, mientras que los pequeños eran estirados. El antojo de que los demás se adapten a nuestros cánones se da en todos los ámbitos, desde el académico hasta el familiar.

Trasladado al entorno de una organización empresarial, Emilio Aragón , formador y consultor de empresas, distingue entre quienes lo hacen de manera inconsciente y consciente. Los primeros son aquellos “directivos y mandos intermedios que no escuchan otras opiniones al entender directamente que su idea siempre va a ser la mejor y son los demás quienes deben adaptarse a ella”. El talante aquí es más dictatorial y falto de empatía. Sin embargo, los conscientes son los directivos y mandos intermedios que “reconocen entre sus subordinados a figuras que pueden hacerles sombra”. Su reacción en este caso se asocia más a una persona insegura que tiende a limitar el desarrollo y las capacidades de sus empleados para no evidenciar sus propias carencias. La tendencia es ridiculizar al empleado sobresaliente o enaltecer sus debilidades en lugar de sus fortalezas.

La Incompetencia de Peter

Puede darse también la circunstancia de lo que Emilio Aragón relaciona con el Principio de la Incompetencia de Peter. En líneas generales, consiste en la aceptación de un cargo para el que sabes que no estás preparado. Suelen ser personas que han desarrollado con eficacia puestos anteriores y, como compensación, son promocionados dentro de la compañía a puestos de mayor responsabilidad. Lo aceptan aún sabiendo que poco tiene que ver con sus habilidades reales y es en la ejecución de ese nuevo cargo donde surgen las inseguridades. Sin embargo, en lugar de reconocer sus deficiencias y pedir ayuda con honestidad, se limitan a prescindir de todo aquel que sobresale por miedo a ser superado profesionalmente o quedar en evidencia.

Indistintamente del tipo que sea, un perfil de estas características puede malograr cualquier empresa. No sólo porque enrarece el clima laboral con situaciones de estrés y tensión, sino también porque desaprovecha el talento humano, frena iniciativas, elude responsabilidades, fuerza las situaciones hasta ceñirlas a su propio modelo y prima su interés personal en detrimento del beneficio conjunto de la empresa. “Ante el miedo solo hay dos reacciones: la huída o el ataque, y ambas son negativas para una empresa”, asevera Emilio Aragón.

Qué hacer si la víctima eres tú

El consejo de Emilio Aragón es armarse de paciencia y seguir trabajando con absoluta normalidad, sin rebajar el nivel de profesionalidad, mientras sigues postulando para un cambio de departamento o empresa. “Yo aquí soy muy práctico y recurro a la máxima de Sun Zi de 'no emprendas ninguna guerra que no vayas a ganar'. Si lo haces, habrás caído en el lecho de Procusto”.



Ver fuente