Mauro Libi Crestani: Cómo montar una empresa en el sector de las mascotas

El amor hacia los animales es cada vez más evidente. Basta tan sólo comprobar que en España ya existen 20 millones de mascotas y que cuatro de cada diez hogares posee al menos una, de acuerdo con el censo difundido por la Asociación Madrileña de Veterinarios de Animales de Compañía (AMVAC), con datos actualizados a 2015.

Perros, gatos, pájaros, peces y cada vez más animales exóticos llenan nuestras casas, a pesar de que sus cuidados pueden ser realmente costosos (814 euros al año en el caso de los canes, según dicha institución). Un desembolso que muchos realizan encantados para ese “miembro” más de la familia. Y un montante que resulta aún mayor si, como es el caso, sus cuidados no se limitan a la típica alimentación, limpieza y cuidados médicos estándar. “Somos cada vez más los que vemos a nuestros perros y gatos como miembros de la familia por lo que, con razón, queremos sólo lo mejor para ellos”, señalan Magda Kayali y Raúl Zamorano, fundadores de Puromenu, negocio de comida fresca para animales.

Esta es una evolución que también se ve en el tipo de negocios. Hace décadas apenas se acudía al veterinario si no era porque se quería castrar a la mascota o porque el animal de granja tuviese una dolencia realmente grave que le impidiese producir.

En la actualidad se acude con más frecuencia a estos facultativos, se cuidan aspectos específicos de los animales (pelaje, pezuñas, dentadura...) e incluso se atienden trastornos de conductas, como hace la etología, una rama médica que permite “convivir en armonía en nuestra sociedad con otras especies domésticas, como el perro y el gato, respetando su bienestar desde el estudio del comportamiento normal y la modificación del problemático”, apunta Rosana Álvarez, directora de Etolia, clínica veterinaria. De ahí que los centros médicos para animales sean muy similares a las de los humanos y abarquen infinidad de facetas.

Igual ocurre con el resto de negocios: las residencias de mascotas ya no son meras guarderías donde hacinarles mientras nos vamos de vacaciones, sino auténticos hoteles con piscina y calefacción; la tienda de alimentación no sólo se limita a vender comida procesada, sino que tiene multitud de alternativas que tienen en cuenta incluso las dolencias del perro (sin gluten, alergias, etc.). Incluso las peluquerías (hace décadas impensables) ya no se limitan a rasurar el pelo de los animales para que estén frescos en verano, sino que hacen todo tipo de diseños capilares e incluso tiñen a los animales.

Una innovación que ya se aplica en los productos, con juguetes adaptables al tipo de mascota, correas manos libres o champús para cada tipo de pelaje.

Atractivos del sector

Esa creciente coexistencia es uno de los grandes alicientes de este mercado, pero no es el único:

Nuevos campos de actuación. Hace varias décadas la tenencia de animales se limitaba, básicamente, a proporcionar alimento, ayudar en las tareas del campo o dar protección. Actualmente, se ha disparado su pertenencia para proporcionar acompañamiento, pero, además, se sabe de su papel fundamental en otros campos, como en terapias con niños con problemas, guías para invidentes o detección de explosivos.


Mercado creciente. “El crecimiento exponencial de los animales domésticos en las casas sólo ha desatado un mercado que todavía no ha llegado a su cumbre”, señala David Fernández de Mera, de Betscan. Y es que el estilo de vida actual está provocando una soledad que muchos intentan cubrir con mascotas, a las que dedicar su tiempo de ocio y de relax.

Piedras en el camino

Para hacerse un hueco en este mercado, hay que sortear más de un obstáculo:

Intrusismo. “Si no se está formado y capacitado, no se debe trabajar con animales”. Así de rotunda es Rosana Álvarez, para quien el intrusismo es un problema muy grave que perjudica la correcta distribución de productos y servicios. “Todo esto repercute en el bienestar de los animales y en el bolsillo de sus dueños”, lamenta.

Competir con productos más económicos. Un gran problema que tiene innovar en este mercado es la lucha contra las productos y servicios más tradicionales que, además, son más baratos. “Son tan económicos como una bolsa de 100 gr de galletas por un euro, mientras que las nuestras cuestan tres”, pone como ejemplo Rosario Ana Hernández, propietaria de Miguitas.

Gran inversión. Proporcionar a la clientela productos y servicios diferenciales en este ramo conlleva una mayor inversión en recursos y personal. “Entender todos los requisitos, conseguir todas las licencias necesarias y mantener el negocio en las condiciones óptimas es un gran esfuerzo que requiere tiempo e inversión”, concluyen Magda Kayali y Raúl Zamorano.

Normativa específica. Para trabajar con animales se necesitan unos requisitos específicos, con una normativa más estricta y unas condiciones estructurales adaptadas.



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