Mauro Libi Crestani: El español que motiva a los chinos con la robótica

En Shanghai radica la sede de TokyLabs desde donde Eduardo Alarcón ofrece talleres de enseñanza en robótica y programación para las escuelas y corporaciones chinas. En apenas año y medio de existencia, esta startup edtech ha logrado abrirse hueco en el complejo mercado asiático con una novedosa propuesta que se asienta en tres pilares: revolucionar el aprendizaje de la tecnología dentro de las aulas; desarrollo de tecnología propia para facilitar su introducción y adaptación del programa educativo a la tecnología móvil, el dispositivo preferido por los consumidores chinos.

Así es como Alarcón enseña robótica, programación y electrónica en las aulas aprovechando la tecnología para insuflar en los niños otras habilidades como el trabajo en equipo o la comunicación, pero, sobre todo, motivación, algo que define como “un estado deliberado que permite a cualquiera aprender lo que se proponga y convertirlo en un gran profesional”. Sabe que esto es algo importante porque lo ha vivido. "Quise hacer Ciencias de la Salud, pero no pude porque no me dio la nota de Selectividad. Asi que estudié Ingeniería de Telecomunicaciones en la UPC, que no me gustaba mucho, pero era un título que me sonaba bien. Empecé luego el doctorado con una tesis de Electrónica de Potencia y, cuando estaba a punto de finalizarlo, llegaron los recortes y decidí marchar a Shanghai. Perder el tiempo, no lo he perdido, porque siempre aprendes algo, pero me hubiese gustado acortar el camino para llegar donde estoy ahora, que es lo que de verdad me apasiona", cuenta.

TokyLabs arrancó como un negocio B2B, después de que Alarcón desistiese de encontrar trabajo en Shanghai tras enviar 200 currículos y no obtener respuesta alguna. Mientras le llegaba la oportunidad, descubrió un hacker space donde empezó a crear un robot. Ya había tenido antes ocasión, en sus tiempos de universitario, de asistir como oyente a clases de robótica y descubrir que le gustaba mucho. Así empezó todo. Contactó con el Mobile World Congress y le contrataron para organizar un evento para construir robots. Trasladó luego la idea al mercado chino y fundó TokyLabs como un servicio dirigido a centros escolares y corporaciones que quieren formar a sus empleados en tecnología.

Caramelos tecnológicos

En sus talleres los alumnos se valen de la tecnología desarrollada y comercializada en forma de productos  por Alarcón: el Tokywatch ,  que permite a los alumnos fabricar su propio reloj inteligente, el Tokybot, un robot basado en Arduino adecuado para aprender sobre sistemas de navegación y Tokymaker, el último en sumarse al universo ‘toky’, que Alarcón define como “un caramelo tecnológico”. Lo compara con una navaja suiza multiusos dado que el pack contiene tecnología en bloque para conectar sensores y actuadores y permite a cualquiera programar por internet y resolver un problema cercano en 5 minutos. “Todo muy sencillo, montado como un plug and play y sin necesidad de conocimiento tecnológico alguno”. No en vano, el eslogan de la empresa es “haz que tus ideas sucedan”.

Con estos productos es con los que a Alarcón le han ido abriendo las puertas en los colegios chinos e instituciones educativas, como el acuerdo suscrito con el Gobierno del distrito de Jing’an, en Shanghái. Pero también ha impartido clases a empleados de grandes empresas, como Coca cola. Además sigue siendo partner en el Mobile World Congress, por lo que sus visitas a Barcelona son frecuentes.

La idea, no obstante, es ampliar servicio y producto a un mercado de masas, en un B2C, aunque dice que, en este caso, quiere estudiar mucho la estrategia temeroso de que le avasalle una gran empresa china y le tome la delantera. Es una de las peculiaridades que atribuye al ecosistema emprendedor oriental [Por qué podría interesarte Shanghai para arrancar tu startup ] .

Él en Shanghai se siente feliz porque es la ciudad que le he permitido desarrollar sus sueños. “Shanghai es ahora la fábrica del mundo, la ciudad  donde suceden las cosas. Es muy dinámica y hay mucha innovación”, dice, pese a reconocer que le cuesta entender algunas particularidades de su cultura y eso que a Eduardo Alarcón le conocen por el madrileño en Barcelona, porque nació en Madrid, el catalán en Madrid, porque es ahí donde ha transcurrido casi toda su vida, y el español en China. “Está bien así. Me siento a gusto siendo de tantos sitios”.

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