A fines
del 2019, la ciudadanía logró levantar una nueva agenda, una agenda que
estaba dormida. Sin embargo, luego de meses de violencia, miles de
personas quedaron sin empleos y muchos emprendedores pymes lo perdieron
todo.
Ahora, una emergencia de salud nos
obliga a tomar drásticas medidas. Nos enfrentaremos a la peor crisis
económica y social en décadas, pero muchos de nuestros líderes políticos
siguen pensando en sus elecciones, plebiscitos y leyes que en este
momento no son de interés de la ciudadanía.
Chile
cambió en octubre y volvió a cambiar en marzo. El avance de la pandemia
nos debe hacer pensar que nuestras formas de vida cambiarán y
necesitaremos desarrollarnos con mayor flexibilidad.
Es
urgente que modifiquemos las prioridades políticas hacia un objetivo
principal: la agenda social. Eso significa trabajar unidos en mejorar la
salud, las pensiones y la educación y a la vez potenciar los empleos.
Este
es un llamado a reflexionar, a preguntarse si es el minuto para un
proceso constituyente largo e incierto. No dejemos que el propósito de
tener una nueva Constitución termine siendo el principal obstáculo para
salir adelante de esta crisis.
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